
Adicción a las compras
La adicción a las compras compulsivas se caracteriza por un patrón excesivo de pensamientos y conductas relacionadas con las compras, generando malestar emocional e interfieriendo en su vida normal. El factor cultural y económico explicaría el hecho de que principalmente tenga lugar en países con mayor desarrollo económico. Así, en Estados Unidos, la prevalencia en la población general se encuentra en torno al 5’8% (Black, 2007).
Si bien se trata de un trastorno con un evidente calado cultural y económico - es obvio que el imparable fenómeno de crecimiento exponencial de la llamada “sociedad de consumo” tiene algo que decir en todo esto - , puede sorprender al lector saber que este trastorno ya fue descrito por algunos de los más influyentes psiquiatras de la historia a inicios del siglo XX – Bleuler y Kraeplin- .
No debemos confundir la adicción a las compras con el “comprar mucho”. La definición de la adicción a las compras, en su vertiente ya patológica, se puede establecer en base a los siguientes elementos nucleares:
- Impulso irrefrenable por comprar: la persona no se puede aguantar, a pesar de ser consciente de que no lo necesita, que no se lo puede permitir económicamente. El impulso se caracteriza por una excitación generalizada que va acompañada por un estado emocional desagradable conocido como disforia (tristeza, ira, ansiedad), buscándose su alivio inmediato mediante el acto compulsivo. Por ello, el consumo nunca es fruto de una planificación, sino que acontece de modo puramente impulsivo, no valorándose las posibles consecuencias de éste. Por ejemplo, la persona puede responder de este modo descontrolado ante estímulos visuales como carteles luminosos con ofertas, anuncios en TV, banners de Internet, etc.
- La naturaleza de los productos adquiridos, siendo estos habitualmente de escasa utilidad para la persona. De hecho, es habitual una repentina pérdida de interés por el producto adquirido una vez comprado. Tras un alivio momentáneo por la compra realizada, reaparece el malestar emocional con intensidad, habitualmente en forma de culpabilidad y autorreproches.
- La persona siente placer no por la obtención del producto y sus usos, sino más bien por el acto de comprar en sí mismo y las sensaciones asociadas (sacar la tarjeta de crédito, recibir atención de los dependientes, la sensación de las bolsas en sus manos…).
- La autoestima de la persona se ve momentánea y falsamente fortalecida por el simple hecho de haber adquirido el producto, potenciándose una engañosa sensación de poder al respecto.
Es necesario saber qué es una adicción y entender que, como en el resto de adicciones, la pérdida de control sobre el acto de comprar conlleva nefastas consecuencias en las diferentes áreas de la persona: familiar (su pareja descubre los excesos sin sentido que está cometiendo y los estragos económicos derivados); laboral (la persona puede intentar salir antes del trabajo para acudir a centros comerciales o puede estar pendiente de aplicaciones del móvil para encontrar ofertas…). Una de las áreas de afectación más importante, obviamente, es la económica, pudiendo la persona generar grandes deudas y entrar en una rueda muy peligrosa de pedir préstamos para liquidar deudas antiguas, generando exponencialmente más deudas, mintiendo a la familia…
En definitiva, una gran pérdida de control que sólo puede conducir a un importante deterioro en el funcionamiento global, así como un gran sufrimiento para la persona y su entorno más allegado. A nivel familiar, especialmente, puede generar grandes repercusiones siendo más frecuente en personas con familias en las que prevalecen entre sus miembros los trastornos del estado de ánimo (depresión, por ejemplo) y los trastornos relacionados con sustancias (alcohol, cocaína, etc.).
Una de las áreas de afectación más importante, obviamente, es la económica, pudiendo la persona generar grandes deudas y entrar en una rueda muy peligrosa de pedir préstamos para liquidar deudas antiguas, generando exponencialmente más deudas, mintiendo a la familia…
En cuanto al perfil socio-demográfico más representativo, destacan personas en torno a los 30 años, que han empezado a comprar de esta manera en torno a los 18/20 años, con una importante sobrerrepresentación de mujeres (aproximadamente, 4 mujeres/1 hombre). Cabe puntualizar que la mayoría de personas que han sido clínicamente estudiadas con esta problemática son mujeres (80% aproximadamente), lo cual puede hacer pensar en un sesgo en cuanto a las diferencias de género en los estudios.
Así mismo, se ha asociado con mayor prevalencia de psicopatología concomitante, particularmente, trastornos de estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos relacionados con sustancias, trastornos de la conducta alimentaria y otros trastornos del control de impulsos. También es frecuente que la mayoría de personas con esta problemática cumplan criterios para algún tipo de trastorno de personalidad. Sin embargo, no se puede afirmar que exista específicamente un tipo de “personalidad compradora” (Black, 2007).