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Adicción al teléfono móvil

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Adicción al teléfono móvil

El móvil ha impactado en nuestras vidas como ninguna otra tecnología. Su irrupción ha cambiado la forma de comunicarnos pero ¿Nos ha hecho adictos al mismo? Descubre los síntomas y el perfil psicológico del adicto al móvil.

La incorporación del teléfono móvil a la actividad cotidiana de los seres humanos ha supuesto uno de los acontecimientos con mayor impacto social en las dos últimas décadas, sólo comparable a la aparición de Internet (Ling, 2004).

Es evidente que el sentido y la función del teléfono móvil de hoy en día trasciende sustancialmente aquello que en los orígenes de la telefonía podía tener sentido: facilitar la comunicación a distancia entre dos personas. El móvil se ha convertido en una herramienta tan completa, como compleja, la cual ofrece una cantidad ingente de posibilidades interactivas al gusto del consumidor, aplicable a cualquier ámbito de la vida de la persona (trabajo, ocio, economía, salud…). Son muchas las voces que defienden que el objetivo último de todo ello – dejando a un lado cuestiones económicas - puede ser facilitar la vida de las personas o, en cierto modo, “hacernos más inteligentes”. Sin embargo, ¿puede convertirse el abrumador exceso de posibilidades en un problema? Desafortunadamente, así es; como decía aquel memorable slogan de una famosa compañía de neumáticos en los 90: “La potencia sin control, no sirve de nada”.

Entonces, ¿cuándo podemos considerar que una persona pierde el control sobre las grandes posibilidades que su “inseparable” Smartphone le ofrece? La literatura científica no es concluyente al respecto, pues la adicción al móvil, como el resto de adicciones comportamentales, no está recogida en los manuales diagnósticos de trastornos mentales.

A pesar de ello, el imparable crecimiento exponencial de la presencia (¿o dependencia?) del teléfono móvil en la sociedad, necesariamente, se ha visto acompañado también de un creciente interés por parte de investigadores procedentes de diversas disciplinas de conocimiento (científicas, sociales, humanísticas, económicas…).

Síntomas de la adicción al teléfono móvil

Concretamente, en el área médico-psicológica, es destacable una exhaustiva revisión de trabajos sobre el tema realizada por clínicos del Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid e investigadores del Departamento de Psicología Básica de la Universidad Complutense de Madrid (Pedrero Pérez et al., 2012). En esta revisión concluyen que, a pesar de las dificultades metodológicas y conceptuales que conlleva el estudio del fenómeno, existe constancia de que el uso inadecuado y sin control de la telefonía móvil puede causar problemas comportamentales, afectivos y sociales, y se caracteriza por los mismos elementos que el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) enumera para la consideración de una conducta como trastorno adictivo: síntomas de abstinencia, falta de control, problemas derivados del uso y la tolerancia e interferencia con otras actividades. Específicamente, estos autores plantean los siguientes signos y síntomas, como principales indicadores de una posible conducta adictiva relacionada con el uso del teléfono móvil:

  • La retirada o no disponibilidad del teléfono genera un importante sentimiento de pérdida asociado, que puede acompañarse de manifestaciones de ansiedad. Por ejemplo: Luís llega a casa tras un largo día de trabajo y se da cuenta de que se ha dejado el móvil en el escritorio de la oficina. En ese momento, siente que ya no puede concentrarse en nada de lo que hace, no atiende a lo que le dice su pareja, se siente excesivamente inquieto y a disgusto…
  • La excesiva relevancia del uso del móvil en el repertorio conductual; es decir, en todo lo que hace la persona en su día a día, el uso del móvil tiene un “papel protagonista”, estando siempre presente. Por ejemplo: María utiliza múltiples aplicaciones en su vida cotidiana: aplicación para hacer la compra semanal, otra para las cuentas del banco, otra para el transporte, el correo electrónico, redes sociales, etc. El problema es que tiene la vida organizada de tal manera en torno a las posibilidades del Smartphone que, un día que este está averiado, se siente paralizada, sintiendo que no es capaz de seguir adelante con sus planes del día…
  • Pérdida de control sobre el uso del aparato, experimentando un patrón de obsesión/compulsión en su uso (es como si “el móvil controlara a la persona” y no al revés, menguando su capacidad de decisión y autocontrol para decidir en qué medida hace uso de éste, cuando es adecuado que lo utilice o cuando no, en qué le puede estar perjudicando…) Esta pérdida de control, genera interferencia con diferentes actividades de la vida diaria (trabajo, familia, pareja, amigos, aficiones…). Por ejemplo: Juan ha salido a cenar a un elegante restaurante con su pareja. Sin embargo, aunque hacía días que realmente tenía mucha ilusión por ello (les ha costado mucho organizarse, pues con los niños pequeños es algo que pueden hacer de forma muy ocasional…), durante la cena le cuesta relajarse y disfrutar del momento, pues le viene a la cabeza un interesante e inédito artículo sobre su grupo de música favorito que ha compartido dos horas antes en Facebook y siente que “necesita” conocer las reacciones del resto de usuarios, aprovechando cualquier instante para echar una ojeada a esta aplicación (de paso también al Whatsapp, pues sabe que su amigo Manu le escribirá en privado al respecto, pues ambos son auténticos fans de este grupo de música…). Todo ello, acaba generando una desagradable discusión con su pareja, quien le echa en cara una vez más esta falta de control sobre su teléfono...

Así mismo, más allá de la afectación psicológica, el uso excesivo del teléfono móvil puede acarrear múltiples consecuencias negativas sobre la salud en general, como por ejemplo accidentes de tráfico o atropellos. Existe constancia de que el uso inadecuado y sin control de la telefonía móvil puede causar problemas comportamentales, afectivos y sociales.

Los elementos centrales de la adicción al móvil podrían ser la necesidad de inmediatez y la incapacidad para retrasar las respuestas en las comunicaciones.

Otro fenómeno asociado a la ingente cantidad de contenidos y aplicaciones disponibles en el Smartphone es la denominada multiadicción, pues un usuario con cierta vulnerabilidad a la conducta adictiva, puede “engancharse” a diferentes temáticas simultáneamente (sexo, compras, juegos, apuestas…). Ahora bien, la adicción al móvil – más allá del contenido específico de las inagotables aplicaciones -, dispone de un elemento clave y diferencial: la inmediatez de las comunicaciones. A diferencia de un PC, por ejemplo, la persona puede enviar un mensaje, subir una foto a redes sociales o consultar el estado del tráfico en tiempo real, en cualquier momento y en cualquier lugar. En este hecho radica principalmente, según la literatura del tema, el elevado potencial adictivo de este “aparentemente inofensivo” dispositivo.

Perfil psicológico del adicto al móvil

Así mismo, la literatura describe las siguientes características en cuanto al perfil psicológico de las personas con mayor predisposición a desarrollar un uso problemático/adictivo del teléfono móvil:

  • Baja autoestima, lo cual facilita que la persona “proteja” su pobre autoconcepto evitando arriesgar en las relaciones cara a cara. Por ejemplo, una persona que hasta el momento ha tenido grandes dificultades para socializarse en el contacto real (inseguridades, ansiedad social…), puede encontrar una vía de satisfacción de esta necesidad (y un alivio) en redes sociales o aplicaciones orientadas a conocer gente; el problema, como siempre, es en qué medida y a qué precio (¿abandona por completo los contactos interpersonales cara a cara…?).
  • Varios estudios relacionan el abuso del móvil con la experimentación de síntomas depresivos. Sabemos que uno de los síntomas frecuentes de los trastornos depresivos es la tendencia al aislamiento social. En esta línea, se plantea la hipótesis de que personas con mayor vulnerabilidad a la depresión, puedan dejarse llevar por la tendencia al repliegue y aislamiento que el mundo virtual paradójicamente propicia. De este modo, la persona corre el riesgo de verse atrapada progresivamente por una dinámica de tipo círculo vicioso: al sentirse triste e insegura, la persona tiende a evitar el contacto social real, refugiándose únicamente en lo virtual, lo cual le hace sentir más aislada y, consecuentemente, más deprimida.

En cuanto a las similitudes/diferencias entre varones y mujeres, no hay estudios concluyentes sobre la probabilidad de desarrollar adicción al móvil en función del sexo, si bien las mujeres con baja autoestima parecen representar el grupo más vulnerable (Pedrero Pérez et al., 2012)

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