
El esfuerzo de prevención de la drogadicción desde el estado, familia y colegio
El término prevención empleado aquí se refiere a lo que estrictamente se considera prevención primaria, que designa a las intervenciones que se aplican antes de que se manifieste el trastorno o conducta que se desea evitar y que están diseñadas para reducir la aparición de nuevos casos. Por tanto, las intervenciones preventivas operan con el objeto de disminuir la incidencia -proporción de casos nuevos- y prevalencia -proporción total de enfermos- del consumo de drogas en la población.
Estas intervenciones preventivas pueden actuar sobre la oferta, dificultando el acceso a la droga, o sobre la demanda, modificando la motivación de los ciudadanos para usar las drogas. Ambas intervenciones han de ser complementarias. Además, se consideran interdependientes porque una mayor oferta puede incentivar una mayor demanda y, a su vez, una mayor demanda reclama la existencia de una mayor oferta.
Las medidas de prevención actúan complementariamente sobre la oferta y sobre la demanda
La responsabilidad de reducir la oferta corre a cargo del Estado que dedica una parte de sus presupuestos a programas de lucha contra el narcotráfico, pero también es responsabilidad de la sociedad como potenciales compradores de la droga. Si nadie comprara droga, no sería rentable venderla y se terminaría la oferta. Por lo tanto, cuando una persona compra “unas micras de cocaína” o una “bolsita de hierba” tiene que saber también que con esa acción está fomentando el narcotráfico.
La primera medida para prevenir la demanda es evitar la exposición de los menores y los jóvenes a las drogas. Esto se logra evitando que frecuenten entornos en los que se consuman y evitando que las consuman ellos mismos. Los padres y el resto de familiares de referencia para los menores tienen que ser muy firmes a la hora de pronunciarse al respecto del consumo de sustancias adictivas: deben mostrar su desaprobación del consumo y evadir los comentarios ambiguos al respecto. Se deben evitar comentarios que banalicen el consumo de sustancias o que no tomen en serio las consecuencias. Frases como “un porrete de vez en cuando no hace daño”, “la maría es una droga blanda” o “¿quién no se ha emborrachado nunca?”, se deben evitar porque dan a entender que cierto consumo es tolerable. Sabemos que quien no prueba una sustancia adictiva, jamás se podrá hacer adicto a ella; por lo tanto, no probarla es la única manera de asegurar que con el tiempo no se va a desarrollar una adicción.
Los padres y los colegios deben informar a los menores de los riesgos y consecuencias del consumo de estas sustancias, así como tomar medidas para que no se expongan a ellas, especialmente en entornos desprotegidos en los que no están supervisados por adultos.
Es muy importante aprender a identificar los factores de riesgo y los factores de protección
La identificación de los factores que pueden modificar la vulnerabilidad de consumir sustancias es fundamental para prevenir el desarrollo del trastorno que pretendemos evitar: la adicción. El inicio del consumo de drogas en adolescentes y jóvenes viene determinado por ciertas características de la persona, de su contexto social, de su contexto familiar y de la comunidad a la que pertenecen, que preceden y modifican, aumentando o disminuyendo, la probabilidad de que se dé el consumo. Consideramos factores de riesgo a las características que incrementan la probabilidad de consumir; mientras que, consideramos factores de protección a las que disminuyen esa probabilidad. Según estas definiciones, los programas de prevención deben ir encaminados a disminuir los factores de riesgo y aumentar los factores de protección. Curiosamente, muchos de estos factores de riesgo y de protección asociados al consumo de drogas no son específicos del consumo de drogas, ya que su efecto se extiende a otros tipos de comportamientos problemáticos en jóvenes y adolescentes, como absentismo escolar, bullying o delincuencia juvenil. Son lo que denominas factores de amplio espectro. A continuación, vamos a ofrecer un listado de los factores de riesgo y de protección más comunes, para cada uno de los grandes dominios (individual, familiar, social, escolar y de la comunidad).
FACTOR DE RIESGO | FACTOR DE PROTECCIÓN |
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Características individuales | |
Trastorno de déficit de atención e hiperactividad no tratado | Elevada autoeficacia y elevada capacidad de adaptación al cambio |
Falta de conocimiento sobre las consecuencias del consumo de drogas | Información completa sobre las consecuencias del consumo de drogas |
Personalidad antisocial, con pobre control de los impulsos y buscador de sensaciones | Valores sociales positivos |
Características familiares | |
Consumo de sustancias de los padres delante de los menores | Actitud negativa de la familia hacia el consumo |
Actitud familiar positiva hacia el consumo | Educación y disciplina apropiada |
Situaciones de maltrato y abuso | Desarrollo de apego seguro |
Escaso apoyo familiar con vínculos débiles | Implicación de la familia en la realización de actividades conjuntas |
Características de relaciones sociales y de amistad | |
Consumo de drogas en red social | Buena relación con compañeros que no consumen drogas |
Actitud favorable de compañeros hacia el consumo de drogas | Buena implicación en actividades extraescolares, como las deportivas |
Frecuencia de conductas desadaptativas entre los compañeros (delincuencia, absentismo, desafío a la autoridad) | |
Características del colegio, instituto o universidad | |
Baja vinculación con el centro de estudios: absentismo, bajo rendimiento | Alta vinculación con el centro educativo |
Fracaso escolar | Alta motivación académica y resultados positivos |
Deficiencia en las normas del centro educativo sin disciplina adecuada | Entorno estructurado con normas y disciplina adecuada |
Clima de inseguridad en el centro educativo | |
Características de la comunidad | |
Alta disponibilidad y accesibilidad a las drogas | Normas y valores sociales contrarios al consumo de drogas |
Actitudes sociales en favor del consumo | Elevada integración y organización social |
Baja percepción social del riesgo derivado del consumo de drogas | Rechazo social del consumo de drogas |
Carencias sociales y económicas, con limitado acceso a puestos de trabajo y actividades formativas | Capacidad de la comunidad para ofrecer puestos de trabajo, actividades de formación, deportivas y de ocio |
Los factores de riesgo individuales consideran las características biológicas y psicológicas del individuo que modifican su vulnerabilidad para desarrollar una adicción al consumo de sustancias. La vulnerabilidad genética es uno de los factores más importantes y se ha llegado a afirmar que hasta el 50 % de la vulnerabilidad de desarrollar una adicción es debida a factores genéticos (Bobes, Casas, Gutiérrez, 2011); es decir, que influye en la misma medida que los factores ambientales. En cuanto a la personalidad, la forma de ser, se ha visto que sobre todo influye un rasgo que denominamos la “búsqueda de sensaciones”. Se trata de personas que necesitan probar cosas nuevas para sentir emociones de elevada intensidad. Con respecto a los rasgos antisociales, hay dudas de si se trata de un factor de riesgo o de una consecuencia del moldeamiento de la conducta que producen el hábito del consumo y el contexto en el que se desarrolla el consumo.
Aproximadamente el 50 % de la vulnerabilidad para adquirir una adicción está asociada a factores genéticos
El dominio social hace alusión a la influencia que pueden tener los amigos sobre el joven o adolescente en el inicio y mantenimiento del consumo. En este caso, el tener un grupo de amigos no consumidores que acepten al joven en sus actividades no relacionadas con el consumo puede resultar un factor de protección, aunque ese mismo joven tenga otro grupo de amigos de consumidores.
Los principales factores de riesgo familiar tienen que ver con la negligencia en el cuidado, el maltrato y el abuso. Estos tres son factores de riesgo para el desarrollo de cualquier trastorno adictivo y de cualquier otra enfermedad mental, convirtiéndose en tres de las peores situaciones a las que puede ser sometido un ser humano.
La negligencia, el maltrato y el abuso de los padres a los hijos es el principal factor de riesgo familiar para desarrollar una adicción u otras enfermedades mentales
Los estilos educativos deben buscar un equilibrio entre la calidez afectiva y la disciplina (estilo democrático), evitándose un predominio de disciplina (estilo autoritativo) o un predominio de calidez afectiva (estilo permisivo). El estilo negligente no provee a los menores ni de una disciplina ni de una sensibilidad a las necesidades afectivas del menor. El estilo negligente está estrechamente relacionado con el consumo de drogas; mientras que el estilo democrático obtiene los mejores resultados. Las diferencias entre el estilo autoritativo y el estilo permisivo en cuanto a resultados, dependen de las características psicológicas del menor y del contexto cultural; por lo tanto, ambas modalidades pueden ser válidas en distintas familias.
El estilo educativo democrático es el que menos riesgo tiene de favorecer el desarrollo de una adicción
Los factores de riesgo relacionados con el medio académico tienen que ver fundamentalmente con el bajo apego a la escuela, el absentismo, el pobre rendimiento y la escasa implicación del centro en los problemas de los alumnos. Los valores, la disciplina y el esfuerzo asociados con el éxito académico pueden resultar incompatibles con el consumo de riesgo y ser, por tanto, un muy potente factor de protección.
Por último, las comunidades y la sociedad también ejercen una influencia importante sobre el consumo de drogas en los jóvenes. Normalmente, las carencias sociales y económicas, el desarraigo producido por la migración, la fácil disponibilidad de la sustancia y la escasa percepción de riesgo asociada al consumo puede predisponer al desarrollo de adicciones entre los más jóvenes de la sociedad.